Siete de la mañana, suena el despertador. Hoy vamos a la embajada de Brasil a denunciar la gravísima situación que está ocurriendo en la Amazonia y la gestión, o mejor dicho, la no gestión que el presidente Bolsonaro está haciendo al respecto. Desayunamos, nos ponemos los monos rojos de Greenpeace y subimos todo el material a la furgoneta. Parece el inicio de cualquier otra acción pero esta vez hay algo distinto, hoy vamos en un vehículo nuevo: “La Perla”. Así hemos bautizado a la nueva furgoneta eléctrica que vamos a utilizar en las acciones a partir de ahora.
Las calles de Madrid empiezan a cobrar vida mientras nos acercamos en silencio (¡y sin contaminar!) hacia la embajada. Esperamos nerviosos un par de minutos y salimos rápidamente del vehículo y empezamos a sacar todas las cajas de serrín y ceniza del vehículo. Entre todos extendemos una lona sobre el suelo para no manchar la acera y empezamos a repartir el contenido de las cajas para simular un terreno devastado por los incendios. Añadimos un par de arbustos quemados, y el toque final: encendemos un bote de humo para aportar realismo al “incendio”.
Cuando ya está todo listo nos quedamos y desplegamos las pancartas a modo de protesta. Los mensajes son claros, “Dejad de quemar la Amazonia” se lee en la pancarta más grande y “El planeta nos está avisando” en otra más pequeña. Además, traemos otra en brasileño para asegurarnos de que el mensaje llegue al gobierno brasileño, y cuyo mensaje es “Bolsonaro, no hay futuro sin la Amazonia”.
La policía empieza a llegar y por desgracia nos desalojan antes de permitirnos cumplir nuestro objetivo de la acción: entregar una carta al embajador de Brasil en Madrid. Sin embargo, no nos vamos insatisfechos; el mensaje les ha llegado, y saben que no nos vamos a ir hasta que la situación no cambie.
Bruno Piedra, activista