Bien cierto es que en estos casi dos años de pandemia hemos echado en falta muchísimas cosas. Y en este último encuentro, el primero sin mascarillas, nos hemos dado cuenta de lo importante que era vernos las caras, las sonrisas, darnos unos buenos abrazos y compartir experiencias e inquietudes.

Fuimos cargadas de energía, de buenas vibras, de ganas de volver a activarnos, a reunir a nuestra gente y del esperado encuentro que para algunas de nosotras es más bien un reencuentro.

Porque lo más bonito de todo es saber que tienes gente repartida por todo el territorio que da su tiempo y su dedicación a hacer visible la labor de Greenpeace en proximidad. Que pese a ser de lugares distantes y de idiosincrasias variadas, coincidiéramos en tantas cosas que había que promover, mejorar, mantener o cambiar, que a veces hasta te parecía increíble, como si alguien te estuviera leyendo el pensamiento.

El encuentro de los reencuentros, y también el de las nuevas sinergias, coincidir con otras voluntarias que ya estás deseando reencontrar otra vez. Y de fondo, la sierra de Guadarrama, la nieve tardía en los picos (ese cambio climático...), pájaros y naturaleza.

Algo que para las que tuvimos tantos meses en una gran ciudad sin libertad de movimiento sigue siendo un regalo maravilloso. La sierra, Greenpeace y su gente. No se puede pedir más. ¡Hasta la próxima!