Vaya, quien le iba a decir a la Carmen que fue a su reunión de bienvenida para conocer al grupo local de Córdoba que, 8 años después, iba a estar redactando este boletín presentándose al resto de compas como Coordinadora de Movilización.
Aquella Carmen se acercaba a Greenpeace con inseguridad sobre su capacidad de incidir en nuestra sociedad y parece ser que, de alguna manera, se tuvo que convencer de que quizá sola no, pero si se unía a un puñao de gente (preferiblemente del 3,5% de la población para arriba) sí que podría tener oportunidad de hacer algún bien por este planeta y quienes lo habitamos.
Aquí fue donde me enamoré de los procesos colectivos y desde entonces me he enredado en todos los que he podido. Desde Greenpeace, Ecologistas en Acción o la SEOBirdlife hasta movimientos más locales como la asociación vecinal de mi barrio (turistificado y gentrificado porque resulta que tenemos una mezquita bastante famosa), redes de rescate de fauna silvestre o La Acequia, un colectivo agroecológico en el que gestionamos (o lo intentamos) un huerto que nos da de comer.
Dentro de Greenpeace muchas de nosotras nos habremos enredado en actividades, acciones, campamentos, formaciones y faenas varias. Y si no, espero que lo hagamos ahora en esta etapa en la que me enredo con vosotras para llevar toda la parte de movilización dentro del proyecto “Acabemos con el poder fósil”, objetivo complicado (aún más en los tiempos que corren) pero estoy segura de que juntas y bien enredadas con alianzas conseguiremos aportar nuestro granito para lograr los cambios urgentes que la emergencia climática exige.
Abrazos reVerdes,